Ahora que ya hemos hablado tanto de la historia como de la naturaleza del WNV, para ir finalizando pasaremos a hablar de los síntomas que produce en aquellos seres a los que infecta, y de los métodos para diagnosticar el virus.
La presencia del virus en un organismo puede provocar una gran variedad de síntomas cuya gravedad puede ser desde nula (enfermedades asintomáticas) a muy alta (con posibilidad de muerte). Hay veces que la enfermedad puede dejar secuelas en el individuo, que normalmente se asocian con enfermedades neuroinvasivas (encefalitis, meningitis o poliomielitis), pero lo más común son una serie de síntomas que después de un tratamiento adecuado desaparecen sin causar más problemas y que se engloban en lo que se conoce como “Fiebre del Nilo Occidental”.
En humanos, los síntomas asociados al WNV son:
1. Fiebre del Nilo Occidental (West Nile Fever, WNF): es el principal síntoma que aparece en la gente que ha sido infectada por el virus. Se caracteriza por la presencia de fiebre, dolores de cabeza, mialgias, fatiga y, a veces, problemas gastrointestinales (diarreas y vómitos). También pueden aparecer erupciones cutáneas en el pecho y en la espalda, que puede extenderse hasta las manos y que normalmente son transitorias. Se cree que estas erupciones son debidas a respuestas inmunitarias del organismo frente al virus, ya que aparecen con más frecuencia en personas adultas que sólo padecen la fiebre. Los casos de muerte por esta fiebre son muy escasos y normalmente están asociados con personas mayores, inmunodeprimidas y/o con problemas cardiopulmonares.
2. Enfermedades neuroinvasivas asociadas al WNV, tales como:
- Meningitis (West Nile Meningitis, WNM): sus síntomas son los de una meningitis normal. El paciente padece una fuerte fiebre, con intensos dolores de cabeza y rigidez en la nuca. Se han encontrado casos de fotofobia y fonofobia (intolerancia anormal a los ruidos). El fluido cerebroespinal padece una pleocitosis, es decir, un aumento en la cantidad de glóbulos blancos. También se pueden sufrir problemas gastrointestinales que pueden causar un estado grave de deshidratación. Este estado requiere de un rápido ingreso hospitalario para estabilizar al paciente que lo sufre.
- Encefalitis (West Nile Encephalitis, WNE): el rango de gravedad de la encefalitis puede ser muy amplio, variando desde un simple estado de confusión hasta un estado bastante grave, que puede producir el coma y posteriormente la muerte. Este último se suele observar en pacientes mayores (por encima de los 55 años) y en pacientes inmunodeprimidos. Los afectados padecen un temblor violento (sobretodo en las extremidades superiores y en los músculos faciales) que puede darse incluso en periodos de sueño. Este temblor puede derivar en párkinson o hipomimia. Se cree que estos trastornos pueden suceder debido al neurotropismo (atracción) del virus hacia zonas del cerebelo o del tálamo.
- Poliomielitis (West Nile Poliomyelitis, WNP): normalmente asociada a otro tipo de virus, los poliovirus, que producen una debilidad muscular que puede acabar en una parálisis. Pero en el caso del Virus del Nilo Occidental, la poliomielitis se produce cuando el virus actúa a nivel de las neuronas motoras inferiores de la médula espinal. La WNP se produce en las primeras horas de la enfermedad (entre las 24-48 horas después de la infección) y puede producir una parálisis del diafragma y de los músculos intercostales, provocando así un fallo respiratorio.
3. Otras manifestaciones: después de la fiebre, e incluso después de alguna de las enfermedades neuroinvasivas, se puede producir coriorretinitis (inflamación de la coroides i de la retina). También puede darse vitritis (inflamación del cuerpo vítreo), y neuritis óptica (inflamación del nervio óptico).
En niños, la enfermedad normalmente no excede de la fiebre. No obstante, se han dado casos en los que los niños han llegado a padecer meningitis.
Por lo que respecta a las aves, normalmente la enfermedad es asintomática, excepto en córvidos, que provoca una gran mortalidad.
En équidos (caballos y demás) podemos ver síntomas neurológicos como obnubilación, anorexia, visión dificultosa, movimientos masticatorios al vacío, incapacidad de tragar, ataxia (descoordinación en el movimiento), contracciones musculares, parálisis temporal, desplazamiento en círculos y alteraciones en la conducta (periodos de hiperexcitabilidad alternados con periodos de depresión).
También cabe destacar que, aunque no se ha podido demostrar su relación directa con el WNV, se han observado algunas otras enfermedades (como la rabdomiolisis, la hepatitis, la pancreatitis i la miocarditis) en personas que han sufrido una infección del virus o se les ha detectado la presencia de éste. Incluso, se ha encontrado RNA del WNV en la orina de algunos pacientes que han desarrollado fallos renales.
Para diagnosticar eficazmente la presencia del WNV en un organismo se pueden seguir dos métodos:
- Detección directa del virus, para la cual se utilizan técnicas virológicas de aislamiento del virus o técnicas moleculares, como la reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RTPCR). Para este tipo de diagnóstico se requiere que las muestras se tomen en el periodo de viremia, que en el caso de los humanos queda limitado a los primeros días después de la infección.
- Detección de anticuerpos que actúan frente al virus, lo cual se realiza mediante técnicas serológicas, como ELISA («Ensayo por Inmunoabsorción Ligado a Enzimas»), mediante la inhibición de la hemaglutinación (IH), y mediante la seroneutralización (uso de sueros).
Micrografía en microscópio electrónico que muestra el WNV
De todas las técnicas mencionadas, las moleculares son las más rápidas y capaces de detectar el virus en menor concentración.
Dicho esto, lo único que nos falta por exponer son los modos de prevención y control del virus, que quedan explicados en la siguiente entrada del blog.